Todo comenzó por iniciativa de mis amigas Jacqueline Mendes y Daniela Arias quienes vinieron a Londres desde Venezuela a visitarme (en realidad pasaban por Londres por un viaje de trabajo). Ambas querían ir de shopping en Londres a un lugar bueno, bonito y barato. Yo con mi poca experiencia -e interés- en comprar, no tenía ni idea de a donde llevarlas; lo único que se me ocurría era la frenética Oxford Street. "Tranquilo Celli" -me dijeron. "Nosotras queremos ir a Primark, nos dijeron que allí podemos comprar todo baratísimo"
Primark es ese tipo de lugares que no puedes creer que existen hasta que los visitas. No por que sea bonito, o porque sea muy interesante ni nada por el estilo. Es por que es RIDICULAMENTE barato. En Primark puedes conseguir suéteres a 8 libras, zapatos a 3 libras, muy común y cero de marca, pero al fin, ropa.
Yo veía todo como con ojos de extraterrestre. Estaba atestado de gente. Los compradores parecían bestias a la casa de prendas, como si nunca hubiera visto ropa antes en su vida. Si comparamos los precios con comida, hacer una compra en Primark es como sacrificar un buen plato y una buena cerveza en un pub, por 7 prendas de vestir. Esta gente estaba hambrienta.
Cuando llegas tomas una especie de bolas en donde pones toda la ropa que te vas a llevar (de una vez asumen -y con toda razón- que te vas a llevar kilos). Jacqueline, que era la única decidida a gastar, tomó una. Daniela y yo nos abstuvimos.
Les cuento: en realidad yo no soy un ogro que no le gusta comprar nada. Yo disfruto muchísimo comprar ropa de vestir formal, como corbatas, trajes, pañuelos, etc. A veces parezco un pollo cuando compro libros en una libería, de verdad es un poco obsesivo. Pero comprar ropa solo por comprar, o porque esté barata no me atre para nada. Sólo compro compro cuando necesito, es decir, cuando ya no tengo ropa porque o esta rota o no me queda y mi mamá esta horrorizada. Primark no fue la excepción. Sin embargo había algo más. El secreto para que Primark sea TAN barato es el uso de mano de obra barata en países en vías de desarrollo (tercer mundo/subdesarrollados si dejamos los eufemismos). Luego de ver clases de Globalización en mi carrera, me da dolor saber que la ropa que compro fue hecha por niños al otro lado del mundo; pero al mismo tiempo Nike, Adidas y otras marcas reconocidas también lo hacen. De cualquier modo, compre o no compre en Primark, si compro en cualquier otro lugar sigo siendo un tipo sin corazón. Bueno, pero ese debate lo dejamos para otro momento.
Jacqueline asumió su rol y comenzó a tomar ropa. El lugar parecía un mercado de Venezuela en época de elecciones. Habían coches con bebes en el medio de los pasillos, gente arreglando los estantes, gente desorganizando la ropa al ver que no le gustaba el modelo para escoger otro, ganchos en el piso luego de que la prenda era escogida, colas (sin exagerar) de 15 metros o más para los probadores y ni se diga de las colas para pagar. Menos mal que habían varias cajas abiertas (en eso los Ingleses son mucho más eficientes que cualquier centro de pago, o lugar que funcione con taquillas en Venezuela).
Yo desde un principio dije que no iba comprar nada. Que engañado!
Llegamos a la sección de hombres y solo bastó que Jacqueline y Daniela se pusieran de acuerdo para decirme lo bien que me quedaba el suéter que llamó mi atención. "¿Qué pasa si luego no me pega con nada?" -pregunté yo. "No importa, sólo te costó 5 libras, me dijo Daniela". Craso error haberles escuchado. Ese fue el inicio de las dos horas más rapidas de la vida. Fue como si ambas me hubieran inyectado un virus que me contaminó por completo inmediatamente. A partir de allí no podía dejar de mirar cada prenda como un plato de parrilla.
Necesitaba (así comencé a pensar) zapatos, pantalones, franelas para estar en la casa, pescadores para cuando llegara el verano, sandalias, medias, interiores, absolutamente todo lo que me ofrecía Primark era una posibilidad para llenar mi pequeño clóset. Fue tan fuerte mi trance, que Jacqueline y Daniela me dejaron solo y a mi no me importó que se fueran, yo podía hacer esto solo (yo SIEMPRE compro con mi mamá. Ella me escoge la ropa y yo digo si me gusta o no).
Verdaderamente, estos lugares estan diseñados para que uno pierda la noción del tiempo. Sin darme cuenta ya eran las 5 de la tarde (como tres horas en el lugar), y yo aún no había pagado. Deliberadamente no me dejé agarrar una bolsa para meter la ropa para así no poder llevarme tanta porque las manos las tenía full. Me encontré con mis amigas (que ya habían pagado) y me armé de paciencia para hacer la cola. En la cola podía ver prendas pequeñas que ponen a propósito para aquellas personas que siguen antojadas de compra. Costaban una libra, y sólo les faltaban el cartel tipo Alicia en el País de las Maravillas que dijera "Cómprame". Llegué a la caja, pagué: 14,40 libras por tres franelas, un par de zapatos negros, y suéter. Éxito total.
Me pusieron todo en una orgullosa bolsa de papel reciclable con el nombre Primark. Por dentro me sentía fatal. ¿Cómo pude caer en la tentación? ¿Cómo fue que mis bajos instintos me convirtieran en un autómata de las compras? Sin lugar a dudas, el mercadeo y los negocios tienen sus crudas maneras para controlar a la gente. ¿Hasta qué punto estamos condicionados para tomar nuestras decisiones? ¿De verdad somos dueños de nuestras acciones? Aquí yo fui consciente de lo que hice, pero ¿qué pasa cuando compramos algo porque pensamos que nos gusta, pero que en realidad fue introducido en nuestra cabeza a través de la televisión o alguna película de Disney cuando éramos pequeños, adolescentes, o tremendamente influenciables?
Sé que me puse un poco intenso, pero al final el argumento es legítimo. En Primark los individuos se convierten en masa.YO me convertí en masa. Parecíamos borregos caminando por el camino marcado; marionetas de circo. ¿Cómo se le puede llamar a este tipo de poder sobre la gente?
Al final, para más colmo, caminar por Oxford Street con mi bolsa de Primark me hizo ver como el propio turista (yo aún no ligo con la ciudad en términos de vestirse sofisticadamente y "Posh") que vino a Londres a comprar, teniendo ya casi 5 meses desde que llegué. "Sir, can you tell us where is the Hard Rock Cafe?" (TURISTA! TURISTA! me decía una vocecilla desde adentro cuando le pregunté al oficial) "Walk 5 minutes on the right side of the street and you will find it" -me dijo. Ese fue nuestro próximo destino.