Atardecer en Dubai

Atardecer en Dubai

sábado, 19 de marzo de 2011

Los aeropuertos y la British Library

(No sé por qué la British Library se me parece tanto a la arquitectura China. Yo nunca he ido a China que es lo peor)
Estas últimas semanas han sido largas y estresantes. Sólo faltan dos semanas para el Spring break y ahora es cuando a los profesores se les pasa el switch, y te comienzan a mandar ensayos de un millón de palabras, presentaciones innecesarias, más los típicos exámenes finales. ¿Cómo harán para corregir todo en tan poco tiempo? ¿Tendrán vida?
El propósito de esta introducción es para decirles el motivo de mi más reciente visita a la British Library (Librería Británica). Toda una experiencia.
Hora: 2:30 pm.
En realidad es más protocolo que biblioteca. Fui para allá porque el libro que necesito para hacer una presentación sobre China está allí. Llego y pregunto dónde está el cuarto de lectura, y el vigilante, antes de responderme, me dice para revisar mi bolso ¿? Lo revisa, y luego me indica que para entrar a los cuartos de lectura tengo que ir al sótano a dejar mi bolso y mi chaqueta ¿? Bajo al sótano, y tal cual un aeropuerto, hay bolsas plásticas para que pongas todo lo que vayas a utilizar dentro del cuarto. De mi bolso saqué la computadora, el cargador, mi cuaderno y mis guías de estudio –Portaminas, borrador, resaltador, no se me olvida nada- coloco todo en la bolsa de plástico y entrego todo al señor encargado quien me da un número para reclamar mis cosas luego.
De allí, por fin me dispongo a ir al cuarto de lectura; pero enseguida una señora muy educada y simpática me pregunta por mi pase de lector ¿? Ella me dice que sin uno no puedo entrar, e inmediatamente me da la dirección de la oficina donde tengo que ir. Entro y hablo con el recepcionista. Le digo que quiero leer tal libro (le doy el nombre del libro), y él me pregunta si tengo el número del estante donde se encuentra el libro. ¿CÓMO DEMONIOS ME LO IBA A SABER? ¿SE SUPONE QUE APARTE DEL NOMBRE, LA COTA, Y EL AUTOR DE LIBRO, TÁMBIEN TENGO QUE ACORDARME DE DÓNDE ESTA UBICADO? No le contesté mal. Le dije que no sabía y él me dijo que fuera a una de esas computadoras que están a un lado para buscar mi libro de nuevo. Ya esta búsqueda yo la había hecho ¿no la podía hacer el recepcionista en 10 segundos que buscara el nombre de mi libro en su computadora?
Consigo el número, se lo doy, y me dice algo así como, “bueno, tienes que registrarte como lector. Vete a esta otra computadora para registrarte. Una vez que lo hagas, te sientas y esperas a que llamen tu número para que te den tu pase o carnet de lector” Me registro, me siento y GRACIAS AL CIELO, me llaman luego de 5 minutos. La muchacha me toma la foto y me da el carnet. Estoy listo –pensé.
Cuando voy y me siento en el salón de lectura ya son casi las 4 de la tarde. Resulta que cuando uno llega al salón, tiene que meterse en Internet (sí, también hay que registrarse para el WiFi –toda otra odisea) y “ordenar tu libro”.  Resulta que como la colección es tan gigantesca, la mayoría de los libros los tienen en depósitos. Cuando hago la solicitud de mi libro de broma no me da un patatus: mi libro me lo traían en 70 minutos. Para más colmo, me entero que el salón de lectura lo cierran a las 5, o sea que no voy a poder leer nada D:
Me paro, pongo todos mis peroles en la bolsa de plástica y me dispongo a salir del salón. “Excuse me sir, may I check your bag?” (AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH) “Yes, sir, of course” digo. Luego de que revisaran que no me estaba llevando ningún libro (que no pude ni abrir) baje al sótano de nuevo para buscar mis cosas y poner mis cuadernos en el bolso de nuevo. Cuando termino, me doy cuenta de que en la mesa hay un pasaporte británico a un lado. ¡Qué extraño! Y por un segundo me di cuenta de lo insoportablemente similar que fue esta experiencia en la British Library con el estrés y el protocolo por el que uno pasa en un aeropuerto. De allí, me decidí a escribir esta estrada. Una tarde perdida. Mañana volveré preparado, y con paciencia.

domingo, 13 de marzo de 2011

PRIMARK


Todo comenzó por iniciativa de mis amigas Jacqueline Mendes y Daniela Arias quienes vinieron a Londres desde Venezuela a visitarme (en realidad pasaban por Londres por un viaje de trabajo). Ambas querían ir de shopping en Londres a un lugar bueno, bonito y barato. Yo con mi poca experiencia -e interés- en comprar, no tenía ni idea de a donde llevarlas; lo único que se me ocurría era la frenética Oxford Street. "Tranquilo Celli" -me dijeron. "Nosotras queremos ir a Primark, nos dijeron que allí podemos comprar todo baratísimo"

Primark es ese tipo de lugares que no puedes creer que existen hasta que los visitas. No por que sea bonito, o porque sea muy interesante ni nada por el estilo. Es por que es RIDICULAMENTE barato. En Primark puedes conseguir suéteres a 8 libras, zapatos a 3 libras, muy común y cero de marca, pero al fin, ropa.

Yo veía todo como con ojos de extraterrestre. Estaba atestado de gente. Los compradores parecían bestias a la casa de prendas, como si nunca hubiera visto ropa antes en su vida. Si comparamos los precios con comida, hacer una compra en Primark es como sacrificar un buen plato y una buena cerveza en un pub, por 7 prendas de vestir. Esta gente estaba hambrienta.

Cuando llegas tomas una especie de bolas en donde pones toda la ropa que te vas a llevar (de una vez asumen -y con toda razón- que te vas a llevar kilos). Jacqueline, que era la única decidida a gastar, tomó una. Daniela y yo nos abstuvimos. 

Les cuento: en realidad yo no soy un ogro que no le gusta comprar nada. Yo disfruto muchísimo comprar ropa de vestir formal, como corbatas, trajes, pañuelos, etc. A veces parezco un pollo cuando compro libros en una libería, de verdad es un poco obsesivo. Pero comprar ropa solo por comprar, o porque esté barata no me atre para nada. Sólo compro compro cuando necesito, es decir, cuando ya no tengo ropa porque o esta rota o no me queda y mi mamá esta horrorizada. Primark no fue la excepción. Sin embargo había algo más. El secreto para que Primark sea TAN barato es el uso de mano de obra barata en países en vías de desarrollo (tercer mundo/subdesarrollados si dejamos los eufemismos). Luego de ver clases de Globalización en mi carrera, me da dolor saber que la ropa que compro fue hecha por niños al otro lado del mundo; pero al mismo tiempo Nike, Adidas y otras marcas reconocidas también lo hacen. De cualquier modo, compre o no compre en Primark, si compro en cualquier otro lugar sigo siendo un tipo sin corazón. Bueno, pero ese debate lo dejamos para otro momento. 

Jacqueline asumió su rol y comenzó a tomar ropa. El lugar parecía un mercado de Venezuela en época de elecciones. Habían coches con bebes en el medio de los pasillos, gente arreglando los estantes, gente desorganizando la ropa al ver que no le gustaba el modelo para escoger otro, ganchos en el piso luego de que la prenda era escogida, colas (sin exagerar) de 15 metros o más para los probadores y ni se diga de las colas para pagar. Menos mal que habían varias cajas abiertas (en eso los Ingleses son mucho más eficientes que cualquier centro de pago, o lugar que funcione con taquillas en Venezuela).  

Yo desde un principio dije que no iba comprar nada. Que engañado!
Llegamos a la sección de hombres y solo bastó que Jacqueline y Daniela se pusieran de acuerdo para decirme lo bien que me quedaba el suéter que llamó mi atención. "¿Qué pasa si luego no me pega con nada?" -pregunté yo. "No importa, sólo te costó 5 libras, me dijo Daniela". Craso error haberles escuchado. Ese fue el inicio de las dos horas más rapidas de la vida. Fue como si ambas me hubieran inyectado un virus que me contaminó por completo inmediatamente. A partir de allí no podía dejar de mirar cada prenda como un plato de parrilla. 

Necesitaba (así comencé a pensar) zapatos, pantalones, franelas para estar en la casa, pescadores para cuando llegara el verano, sandalias, medias, interiores, absolutamente todo lo que me ofrecía Primark era una posibilidad para llenar mi pequeño clóset. Fue tan fuerte mi trance, que Jacqueline y Daniela me dejaron solo y a mi no me importó que se fueran, yo podía hacer esto solo (yo SIEMPRE compro con mi mamá. Ella me escoge la ropa y yo digo si me gusta o no). 

Verdaderamente, estos lugares estan diseñados para que uno pierda la noción del tiempo. Sin darme cuenta ya eran las 5 de la tarde (como tres horas en el lugar), y yo aún no había pagado. Deliberadamente no me dejé agarrar una bolsa para meter la ropa para así no poder llevarme tanta porque las manos las tenía full. Me encontré con mis amigas (que ya habían pagado) y me armé de paciencia para hacer la cola. En la cola podía ver prendas pequeñas que ponen a propósito para aquellas personas que siguen antojadas de compra. Costaban una libra, y sólo les faltaban el cartel tipo Alicia en el País de las Maravillas que dijera "Cómprame". Llegué a la caja, pagué: 14,40 libras por tres franelas, un par de zapatos negros, y suéter. Éxito total. 

Me pusieron todo en una orgullosa bolsa de papel reciclable con el nombre Primark. Por dentro me sentía fatal. ¿Cómo pude caer en la tentación? ¿Cómo fue que mis bajos instintos me convirtieran en un autómata de las compras? Sin lugar a dudas, el mercadeo y los negocios tienen sus crudas maneras para controlar a la gente. ¿Hasta qué punto estamos condicionados para tomar nuestras decisiones? ¿De verdad somos dueños de nuestras acciones? Aquí yo fui consciente de lo que hice, pero ¿qué pasa cuando compramos algo porque pensamos que nos gusta, pero que en realidad fue introducido en nuestra cabeza a través de la televisión o alguna película de Disney cuando éramos pequeños, adolescentes, o tremendamente influenciables?

Sé que me puse un poco intenso, pero al final el argumento es legítimo. En Primark los individuos se convierten en masa.YO me convertí en masa. Parecíamos borregos caminando por el camino marcado; marionetas de circo. ¿Cómo se le puede llamar a este tipo de poder sobre la gente?

Al final, para más colmo, caminar por Oxford Street con mi bolsa de Primark me hizo ver como el propio turista (yo aún no ligo con la ciudad en términos de vestirse sofisticadamente y "Posh") que vino a Londres a comprar, teniendo ya casi 5 meses desde que llegué. "Sir, can you tell us where is the Hard Rock Cafe?" (TURISTA! TURISTA! me decía una vocecilla desde adentro cuando le pregunté al oficial) "Walk 5 minutes on the right side of the street and you will find it" -me dijo. Ese fue nuestro próximo destino.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Solo me quedo
con mi miedo y nadie más.
Quiero escribirte, pero no puedo.
Quisiera saberlo todo de una vez y avanzar.
Pero la idea de perderte me hace pensar
y pensar...
de que preferiría verte y no tenerte,
que no verte nunca más.

jueves, 3 de marzo de 2011

 
Esta fue la comida que eventualmente nos hizo a TODOS ir desesperadamente al baño.

Lámparas en el Gran Bazar

El Gran Bazar

Valeria y yo de mendigos en el Gran Bazar

El mercado de las especias

Delicias turcas

Final de la tarde del último día en Estambul. Ese día tomamos un barco por el Bósforo y al bajarnos enloquecíamos del hambre. Nos comimos una especie de Crepe ENORME, con queso y papa por dentro. (Ya para este momento mi estómago estaba acostumbrado)

Último atardecer en Estambul

Llamado INCONTROLABLE de la naturaleza en Hagia Sofía

Desde que vi clases de Historia del Arte en 8vo grado yo siempre había querido ir a la Capilla de Santa Sofía o Hagia Sofia. Su peso histórico es interesantísimo pues es un híbrido entre dos religiones: cristianismo e islamismo. Fue construida durante el imperio Bizantino como una iglesia cristiana ortodoxa, pero luego de la invasión del imperio Otomano en el siglo XV, los turcos la transformaron en una mezquita. ¿Será que este acto demuestra que los turcos valoraron el legado del imperio Bizantino conviertiéndolo en suyo? ¿Fueron los turcos completamente bárbaros en este sentido?

Además de Hagia Sofía, otras construcciones Bizantinas también permanecieron durante el tiempo. Luego de visitar a Hagia Sofía fuimos a las Cisternas; bóvedas subterráneas donde el imperio Bizantino solía almacenar el agua en caso de guerra. Para ese entonces el imperio Bizantino se suministraba de agua a través de ríos, pero cuando entraban en guerra los enemigos ponían veneno en las corrientes para debilitar a la población. Cuando esto se sospechaba, la gente tomaba agua de las cisternas.

Pero volvamos a Hagia Sofia. Tengo que admitir que cuando entré no estuve tan impresionado como lo estuve dentro de la Mezquita Azul. Por dentro la capilla está muy deteriorada. La humedad ha borrado las pintura y los mosaicos se han ido destruyendo con el tiempo. Sin embargo, su inmensidad sigue siendo sublime. A los lados de la capilla hay como una serie de botones gigantes (o escudos) con letras árabes hermosísimos. Si sigues la mirada hacia el otro extremo de la capilla, donde se supone que estaba el altar, entre dos botones árabes, ¿sabían quién estaba? la virgen María. Una imagen increíble.


Pero en ese instante, como un relámpago, me dieron unas ganas de ir al baño apocalípticas.

PARÉNTESIS: (Ahora me doy cuenta de que la manera en que me provocó contar la historia de mi viaje a Estambul no fue la más adecuada. Queriendo dividir el viaje por visitas a lugares en vez de manera cronológica, me hizo olvidar hablarles sobre la primera noche. Esa noche salimos a Taksim Square a caminar y a comer. Bueno, caminamos por los callejones, vimos un poco de la movida nocturna -la gente come almejas y cotufas de noche-, y verdaderamente se veía bastante entretenida. Lo que vale resaltar es que esa noche comimos nuestra primera comida Turca. Estuvo BUENÍSIMA. Era comida como comida árabe. Lo malo, es que a pesar de lo buena que estuvo, mi estómago no estaba muy preparado para tanta especie. ?¿Habrá sido el agua?)

Inmediatamente tuve que salir corriendo de Hagia Sofía en búsqueda de un baño. Podía ir corriendo hacia el hotel (total, estaba a 3 minutos) pero eso implicaba volver a pagar la entrada para la capilla al volver. Mi única opción entonces era ir al baño de la basílica. Resultó ser super limpio y cómodo. Luego de eso, es IMPOSIBLE que olvide mi experiencia en Hagia Sofía.

Por cierto, se me olvidaba: Hagia Sofia significa divino poder, divina paz y divina sabiduría.

Volví a entrar a la basílica. Me encontré con mis amigos -quienes me estaban esperando impacientes- para saber que otro de ellos también había ido al baño. Encontrar un baño en cada lugar al que íbamos se iba a convertir luego en el tema del día. En el segundo piso de la basílica vimos los restos del mosaico de Jesucristo que yo una vez dibujé en bachillerato.

(Esta en realidad no es la foto que quería poner)

Y luego nos fuimos.