(No sé por qué la British Library se me parece tanto a la arquitectura China. Yo nunca he ido a China que es lo peor)
Estas últimas semanas han sido largas y estresantes. Sólo faltan dos semanas para el Spring break y ahora es cuando a los profesores se les pasa el switch, y te comienzan a mandar ensayos de un millón de palabras, presentaciones innecesarias, más los típicos exámenes finales. ¿Cómo harán para corregir todo en tan poco tiempo? ¿Tendrán vida?
El propósito de esta introducción es para decirles el motivo de mi más reciente visita a la British Library (Librería Británica). Toda una experiencia.
Hora: 2:30 pm.
En realidad es más protocolo que biblioteca. Fui para allá porque el libro que necesito para hacer una presentación sobre China está allí. Llego y pregunto dónde está el cuarto de lectura, y el vigilante, antes de responderme, me dice para revisar mi bolso ¿? Lo revisa, y luego me indica que para entrar a los cuartos de lectura tengo que ir al sótano a dejar mi bolso y mi chaqueta ¿? Bajo al sótano, y tal cual un aeropuerto, hay bolsas plásticas para que pongas todo lo que vayas a utilizar dentro del cuarto. De mi bolso saqué la computadora, el cargador, mi cuaderno y mis guías de estudio –Portaminas, borrador, resaltador, no se me olvida nada- coloco todo en la bolsa de plástico y entrego todo al señor encargado quien me da un número para reclamar mis cosas luego.
De allí, por fin me dispongo a ir al cuarto de lectura; pero enseguida una señora muy educada y simpática me pregunta por mi pase de lector ¿? Ella me dice que sin uno no puedo entrar, e inmediatamente me da la dirección de la oficina donde tengo que ir. Entro y hablo con el recepcionista. Le digo que quiero leer tal libro (le doy el nombre del libro), y él me pregunta si tengo el número del estante donde se encuentra el libro. ¿CÓMO DEMONIOS ME LO IBA A SABER? ¿SE SUPONE QUE APARTE DEL NOMBRE, LA COTA, Y EL AUTOR DE LIBRO, TÁMBIEN TENGO QUE ACORDARME DE DÓNDE ESTA UBICADO? No le contesté mal. Le dije que no sabía y él me dijo que fuera a una de esas computadoras que están a un lado para buscar mi libro de nuevo. Ya esta búsqueda yo la había hecho ¿no la podía hacer el recepcionista en 10 segundos que buscara el nombre de mi libro en su computadora?
Consigo el número, se lo doy, y me dice algo así como, “bueno, tienes que registrarte como lector. Vete a esta otra computadora para registrarte. Una vez que lo hagas, te sientas y esperas a que llamen tu número para que te den tu pase o carnet de lector” Me registro, me siento y GRACIAS AL CIELO, me llaman luego de 5 minutos. La muchacha me toma la foto y me da el carnet. Estoy listo –pensé.
Cuando voy y me siento en el salón de lectura ya son casi las 4 de la tarde. Resulta que cuando uno llega al salón, tiene que meterse en Internet (sí, también hay que registrarse para el WiFi –toda otra odisea) y “ordenar tu libro”. Resulta que como la colección es tan gigantesca, la mayoría de los libros los tienen en depósitos. Cuando hago la solicitud de mi libro de broma no me da un patatus: mi libro me lo traían en 70 minutos. Para más colmo, me entero que el salón de lectura lo cierran a las 5, o sea que no voy a poder leer nada D:
Me paro, pongo todos mis peroles en la bolsa de plástica y me dispongo a salir del salón. “Excuse me sir, may I check your bag?” (AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH) “Yes, sir, of course” digo. Luego de que revisaran que no me estaba llevando ningún libro (que no pude ni abrir) baje al sótano de nuevo para buscar mis cosas y poner mis cuadernos en el bolso de nuevo. Cuando termino, me doy cuenta de que en la mesa hay un pasaporte británico a un lado. ¡Qué extraño! Y por un segundo me di cuenta de lo insoportablemente similar que fue esta experiencia en la British Library con el estrés y el protocolo por el que uno pasa en un aeropuerto. De allí, me decidí a escribir esta estrada. Una tarde perdida. Mañana volveré preparado, y con paciencia.