Atardecer en Dubai

Atardecer en Dubai

jueves, 24 de febrero de 2011

Universos Paralelos

Últimamente he estado pensando mucho en universos paralelos. No me refiero a ellos dentro de una definición física o científica ni nada por el estilo, sino como escenarios que pudieron haber pasado, posibilidades perdidas o por ganar. Me he dado cuenta de que vivo permanentemente en la búsqueda de universos.

Y estoy CANSADO de vivir inmerso en ellos.

Sobretodo, porque a pesar de no ser reales, afectan demasiado mi presente.

¿Qué hubiera pasado si nunca me hubiera ido a Londres? Ese es uno típico.
Probablemente hubiera seguido en la universidad, detestado el régimen trimestral y continuado con la delegación del modelo de las Naciones Unidas. Me gusta pensar que hubiera tenido bastante éxito en el modelo, hubiera hecho nuevos amigos y hubiera conocido Boston. En el trabajo, seguramente me hubiera mantenido una posición más interesante que en la que estoy ahora. Quizás me hubieran invitado al Rep-meeting, quizás no. Mi historia con Mariana Martín quizás hubiera terminado de otra manera. Estaría ahora con mis amigos. Estaría seguro.

Pero también estaría muy desgastado; Caracas me extenuaba con sus frenetismos. Venezuela me pesaría, mucho más de lo que me pesa ahora -a pesar de todo.

Y de manera abrupta, se interrumpen mis especulaciones.

Así me encuentro acelerado, con el corazón latiendo fuerte y aceleradamente, frustrado, desilusionado, nostálgico...completamente afectado por una cadena de ideas. Afectado por mi propia mente.

Lo mismo pasa cuando me escapo hacia otros sitios. A aquellos que todavía mi vida no se ha acercado. Aquellos que todavía tienen un pequeño potencial de hacerse realidad.

Besarte. Ser amado.
Ser exitoso. Demostrar lo que valgo en mi trabajo. Crear conflicto. Tener poder. Volver a mis padres y darles todo lo que ellos me han dado a mi. Emprender las carreras que nunca me he atrevido a realizar.

Pero vuelvo otra vez a la tierra molesto, porque tengo un profundo sentimiento de que la mayoría no podrían ser realidad. Por miedo.

Esto es soñar despierto. No se por qué quise ponerle otro nombre.

Sueño con tener un rol protagónico. ¿No se supone que ya lo debería tener en la realidad?

No se por qué, sin razón, me siento desatendido. Ignorado. Poco reconocido. Poco valorado.

Siendo yo mi propio enemigo. Mi ego, el más temido de todos.

¿Lo querré vencer, o es que me gusta este sentimiento?

Me guste o no, me dispongo a vencerlo.


sábado, 19 de febrero de 2011

Estambul Parte II/La Mezquita Azul

El Hostal Antique, como les dije en mi entrada anterior, queda en una urbanización que se llama Sultanahmet. Es allí prácticamente donde quedan la mayoría de las atracciones turísticas en Estambul. No les miento cuando les digo que entre nuestro hostal y la Mezquita Azul no nos tardamos más de 3 minutos caminando. De hecho, la primera noche que llegamos tuvimos que salir a sacar dinero de algún cajero. Siguiendo las instrucciones del recepcionista del hostal llegamos al lugar que estaba justo al lado de una mezquita enorme. Sacamos dinero (Liras Turcas) y nos preguntamos cúal mezuita era esa. ¿Adivinan?

Era Hagia Sofía.

Pero volvamos a la Mezquita Azul. Tras leer las descripción escrita en en libro turístico que compramos sobre Estambul, dice que fue la Mezquita más importante hecha durante los siglos del Imperio Otomano. De hecho, supuestamente rivalizaba a la de la Meca por tener 6 minarets. Los minarets son las torres que rodean a la Mezquita. En un principio, el Sultán Ahmet I quería hacer un minaret de oro justo al lado de lo que iba a ser la gran mezquita. Pero como construir una torre tan grande hecha de puro oro era extraordinariamente caro (incluso para un imperio tan poderoso), el arquitecto se las ingenió para cumplir los deseos del Sultán. La palabra oro en turco significa oro, pero también hace referencia al numero 6. Entonces en vez de hacer un solo minaret hecho de oro, el arquitecto decidió hacer 6 minarets. ¿Qué confusión no?

Sumado a lo espectacular que es estar en esa plaza que une a Hagia Sofia con la Mezquita Azul (están construidas una en frente de la otra -como si no fuera suficiente ver solo una de ellas-), entrar a la mezquita me dejó sin aliento. Ninguno de nosotros podía hablar. Es ENORME. Las paredes estan repletas de cerámica azul, verde y aguamarina. Hay mozaicos por todos lados. El video que les dejo al final se las va a mostrar mejor obviamente.

El último día antes de irnos al aeropuerto fue a esa mezquita a la que corrí 20 minutos antes de tomar el bus. Eran las 9 de la mañana cuando llegué, me senté y dí gracias. ¿A Alá? ¿A Dios? No importaba. La sola sublime e imponente presencia de la mezquita y las 4 columnas que la sostienen eran suficientes para sentirse en el corazón de un ser celestial. Sentí mucha paz. ¿Será que en mi otra vida fuí Musulmán?

(Qué manera de echar a perder un buen párrafo) 

El punto que quiero hacer es que el sentimiento que viví en ese momento me pareció universal a pesar de que solo fui yo quien lo sintió. Algo me dice que todos estabamos estabamos en ese mismo trance. ¿Tendrá esto sentido?


NOTA: ninguna de las fotos que aparecieron en las entradas anteriores fueron tomadas por mi. Los fotógrafos del viaje fueron Samuel Flores, Carlos Lagrange, Ian Connors y Valeria Del Castillo. Los videos si son míos. THE REAL WORL ISTANBUL.

Deuda

(Voy a hacer un paréntesis del recuento de mi viaje a Estambul. Sinceramente me da mucho fastio hacerlo, porque siento que DEBERÍA hacerlo, pero verdaderamente no me nace ahorita.

Estoy en espera. Hace ya casi dos semanas comencé una conversación muy importante con mi mejor amiga, Ainara, por correo. Fue un martes, y sucedió de manera muy espontánea. El correo lo comencé a escribir sin intenciones de enviarlo; pero sucedió que lo mandé y esperaba una respuesta inmediata, la mañana siguiente.

No estoy molesto -se que para escribir una buena carta hay que tomarse tiempo- pero he llegado al punto de revisar mi cuenta de Hotmail como 4 o 5 veces por día. No estoy molesto, estoy ansioso. Me siento ahorita en una conversación unilateral, y creo que me esta volviendo un poco loco.

Esto, me ha llevado a pensar en tí, Ainara, más veces de las que te pienso por día. Las horas pasan en la víspera de tu seña. ¿Dónde estás, qué haces, y por qué no me has escrito? ¿Estás muy ocupada? Quiero, NECESITO un poco de tu tiempo.

Quiero hablarte sin recordarte de tu deuda. Es por eso que ya no te he escrito mas al blackberry, y escribo aquí. Lo leerás?

Por favor, no te tardes más).

martes, 15 de febrero de 2011

Esta se las dejo de regalo.


Todas estas son fotos del Hostal. ENJOY.
Esta es la vista desde la terraza del Hostal. Se me olvidó contarles sobre mi desvelo la primera noche. Quizás era el shock de esto de dormir con extraños en el mismo cuarto. La segunda noche si dormí como un bebé.

Antique Hostel/Estambul Parte I


Hoy vuelvo a escribir por recomendación de mi amiga, Camila Ríos Armas, y por enseñarme dónde ver las estadísticas de mi blog. ¡Qué fino es saber que hay gente que visita este espacio!
Prometo ahora escribir más seguido. Muchas cosas han pasado desde la última vez que me aparecí por estos lados. Volví a Londres, dejé a mi familia hecho un desastre en el aeropuerto (como siempre), comencé la universidad (estoy full hasta los teque-teques), empecé a trabajar (me gane un bono de 200 Libras YEAH), y me fui a Estambul por el fin de semana.
Estambul es una ciudad tan INCREÍBLE que escribir un párrafo describiendo mi impresión no tendría sentido. VAYAN.
Pero de todas maneras, les voy a contar un poco sobre mi primera vez como viajero liviano –o mochilero- en un país islámico.
Les confieso que cuando miré a Estambul desde la ventana del avión sentí un poco de miedo. Pensé que la diferencia de cultura me iba a afectar tanto,  que no me iba a sentir cómodo nunca. Resultó ser todo lo contrario ya que al final del viaje no me quería devolver a Londres; una semanita más no hubiera estado nada mal.
Del aeropuerto (que es el mejor del mundo según el cartel que tiene afuera), nos fuimos directamente al Hostal. El hostal queda en un distrito/municipio/urbanización/barrio llamado Sultanahmet. El nombre es el mismo de un Sultán que se llamaba Ahmet, quién si no me equivoco, fue el que mandó a construir la Mezquita Azul.
La gente que trabajaba en el Hostal era demasiado buena vibra. Ya el miedo que sentí en la cabina del avión se me había quitado. El desayuno estaba incluido en la tarifa así que el plan era comer como unos degenerados en la mañana y así aguantar hasta la tarde-noche. Ustedes saben, vida de estudiante es algo como una sub-vida.
Repito, esta era mi primera vez quedándome en un Hostal. ¡Qué trago tan amargo! Cuando mi compañero de cuarto en Londres, Samuel, y yo entramos nuestra habitación habían dos chinos durmiendo en las literas al lado de las nuestras ¡Qué sensación tan rara dormir con dos extraños en tu mismo cuarto! Entre los tres cuartos compartidos que habían, estaba una sala que conectaba todo con los baños que OBVIAMENTE también eran compartidos. El olor a tufo era horrible.
Dos recomendaciones:
1)      Tráiganse cholas. Créanme, no van a querer bañarse descalzos en esa ducha como yo lo hice.
2)     Llévense toallas (yo sólo me traje dos toallitas pequeñas y pasé un poco de trabajo secándome)
3)     No olviden champú y jabón. Yo enserio no sé en qué estaba pensando cuando hice la maleta. Quizás asumí la inocente idea de que en el hostal me iban a dar toallas y el champú (al final jabón si había: el que uno utiliza para lavarse las manos en cualquier baño público. Ése que es líquido. Resulta que durante esos tres días sobreviví a punta de puro jabón líquido).
A pesar de esto, el ambiente del hostal me encantó. Había gente de todas partes del mundo en el mismo plan que nosotros: conocer. Por un momento me sentía como en la película de La Playa con Leonardo DiCaprio (esto suena súper ridículo pero es la única manera en que lo puedo explicar) Se sentía demasiado fino llegar en la noche, conectarse en Internet y escribirle a los amigos. Me sentía remotamente lejos (y de hecho, Turquía es lo más lejos que he estado de casa) pero a la vez tan cerca gracias a la computadora. Solamente en este sentido, VIVA L A GLOBALIZACIÓN.
El hostal tenía una terraza desde la cual podías ver el mar Bósforo (o Boas que en Turco significa garganta) que conecta al Mar Negro con el Mediterráneo creo. Por fin pudimos disfrutar del sol.
Hay algo que me dejó pensando al final del viaje. Durante los tres días que estuvimos quedándonos en el Hostal nos hicimos amigos del recepcionista y el bartender (la cerveza turca EFE no está nada mal). Mientras nos tomábamos los tragos le contábamos al bartender que somos de Venezuela pero que estudiamos en Londres, que estamos acá solo por el fin de semana, y todo ese peo.  
El último día nos fuimos a despedir del bartender quien nos pregunta: vuelven a casa?
Yo dije no.
Samuel, mi roomate, dijo sí.
Yo dije –bueno, sí, vuelvo a Londres pero no a Venezuela.
¿Supongo que Venezuela ya no es mi hogar?
(Más tarde escribiré más anécdotas sobre Estambul y el viaje como tal. Por ahora solo quería hablar de mi primera experiencia en un Hostal)
Buenas noches,
Alejo.